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Nilson Pepen, el locutor en español de los Medias Rojas, lleva toda una carrera periodística cubriendo al jonronero David Ortiz. Y al igual que Ortiz, Pepen es dominicano.

Así que la promoción de Ortiz al Salón Nacional de la Fama de las Ligas Mayores del Béisbol el 24 de julio es un asunto personal.

“Pues, como buen dominicano, me siento muy orgulloso de él”, manifestó Pepen. “Él nos representa de buena manera. De muy buena manera”.

La República Dominicana tiene un largo historial de generar algunos de los mejores talentos del béisbol latinoamericano. A pesar de ello, Ortiz será tan solo el cuarto dominicano en ser elegido para la prestigiosa lista de Cooperstown, lo que representa otro paso adelante para los jugadores latinos. Estos, en el día en que se inició esta temporada, constituyen casi el 30 por ciento de todos los jugadores de las Grandes Ligas.

En términos históricos, los latinos han tenido que superar grandes obstáculos para convertirse en algunos de los nombres más importantes del juego.

La leyenda de los Piratas de Pittsburgh, Roberto Clemente, fue uno de los grandes jugadores y humanistas del deporte. En 1973, un año después de su fallecimiento en un accidente aéreo, fue el primer jugador latinoamericano en ser elegido para el Salón de la Fama.

“Yo opino que fue un momento trascendental para los latinos”, comentó Amaury Pi-González, locutor en español de los Atléticos de Oakland y vicepresidente del Salón de la Fama del Béisbol de la Herencia Hispana.

Pero incluso con ese momento que sentó un precedente, en los siguientes 37 ciclos de elección al Salón, sólo otros cinco latinos que jugaron en las Grandes Ligas fueron elegidos para acompañar a Clemente en Cooperstown. (Algunos jugadores latinos que jugaron en las Ligas Negras antes de la integración también han llegado a Cooperstown).

Parte del problema fue la simple falta de jugadores latinos en las Grandes Ligas. Y los que jugaban, a menudo pasaban desapercibidos. Pi-González recuerda que a los jugadores de habla hispana el equipo no se les asignaba un traductor cuando hablaban con la prensa, compuesta en su mayoría de periodistas blancos.

Así que a veces él mismo ayudaba, traduciéndoles a los peloteros y dejando de lado su papel de reportero y locutor. Aun así, muchas veces lo que decían los jugadores terminaba en malentendidos.

“A algunos de estos grandes jugadores, como Clemente, Juan Marichal de los Gigantes, en ocasiones se les tergiversó lo que dijeron”, recordó. “Y a algunos de ellos, no a todos, no les hacía mucha gracia: pensaban que eran discriminados. Y creo que probablemente lo eran”.

Esa barrera idiomática es un gran obstáculo cuando la Asociación Estadounidense de Periodistas del Béisbol es el principal organismo responsable de votar por cuáles jugadores ingresarán al Salón. No fue sino hasta la temporada de 2016 que la MLB (las Ligas Mayores) exigió que cada equipo tuviera un traductor de habla hispana de planta.

Pi-González contó que con demasiada frecuencia también se hacía caso omiso de los jugadores hispanos.

“Me consta. Y he hablado con muchos de ellos”, recordó. “El venezolano y ya jubilado Tony Armas me dijo: ‘Maury, no me tratan bien. Tengo que hacerlo todo el doble de bien que un jugador anglo para que me den el debido reconocimiento’”. Dos veces Armas formó parte del Equipo de las Estrellas y recibió el galardón de Bateador de Plata siendo jardinero en su temporada de 1984 con los Medias Rojas. Ese año lideró la MLB en jonrones con 43 cuadrangulares.

Pi-González también reflexionó sobre jugadores como el miembro del Salón de la Fama Orlando Cepeda, que mientras jugaba durante la era de la segregación, tuvo que librar una batalla doble: por ser latino y por ser negro.

“No hay deporte más duro para triunfar que el béisbol, ¿cierto? Simplemente es un deporte difícil. Y luego te tienes que aguantar esas otras cosas... que ni siquiera puedes comer en el mismo restaurante donde comen los jugadores blancos”, aclaró. “Y tener que aguantarse eso sin dejar de concentrarse en el juego”.

Algunos grandes jugadores latinos, como Sammy Sosa, Alex Rodríguez y Manny Ramírez, se vieron envueltos en acusaciones de dopaje, algo que, según Pepen, pudo haber manchado su legado y haberlos dejado fuera de Cooperstown. (También se llegó a decir que Ortiz usó drogas para mejorar el rendimiento).

Aun así, las batallas que libraron esos jugadores de antaño allanaron el camino para las estrellas de hoy. Y hoy por hoy, un rico tesoro de jugadores latinos atrae a grandes multitudes a los estadios de béisbol en todo Estados Unidos.

“El futuro pinta brillante”, vaticinó Pepen, locutor de los Medias Rojas. “Cuando ves a jugadores como Ronald Acuña, Jr, Juan Soto, Rafael Devers, Fernando Tatís, Jr y otros, puedes ver que tienen un porvenir extraordinario”.

El Salón de la Fama también está corrigiendo algunos de los errores que ha cometido. Jugadores como Minnie Miñoso, 13 veces All-Star y 3 veces ganador del Guante de Oro, que fue el primer jugador negro de los Medias Blancas de Chicago, y Tony Oliva, ocho veces All-Star y Novato del Año de la Liga Americana en 1964, fueron elevados al Salón en la promoción de este año gracias a la revisión de un comité que estudia la Época Dorada.

Todo esto ha mejorado el mundo del béisbol para jóvenes jugadores como Yoldi Soriano. Soriano ha jugado con la BASE en Roxbury, un programa que desarrolla atletas juveniles con talento. Yoldi espera seguir los pasos de su padre, Fred, que jugó al béisbol en la República Dominicana antes de ganarse un puesto en las Ligas Menores.

Soriano explicó que Ortiz y otros jugadores le han ayudado a inspirarse para trasladarse a Michigan en el otoño para jugar pelota cliente en Mott Community College.

“En la isla, a ellos los vemos como héroes”, dijo refiriéndose a Ortiz y a otras leyendas latinas en el Salón de la Fama. “El béisbol es una salida para muchos niños, así que tener ese modelo frente a sus ojos es genial para los jóvenes”.

Cuando el Salón de la Fama anunció que Ortiz sería elevado al Salón, un triunfante Ortiz manifestó que le era difícil separar su identidad de pelotero de su identidad dominicana.

“Sé que es algo muy importante en todas partes, pero aquí en la República Dominicana... lo llevamos en la sangre, ¿me entiendes?”, les comentó a los periodistas. “En la República Dominicana, el béisbol lo vivimos en carne propia, ¿comprendes? Es parte de lo que somos”.